Para "saber hacer", hay que saber aprender. Valorar no solo las posibilidades de estudio y oportunidades de conocimientos, sino también lo vivido desde un principio.
Considero que en mi vida tengo dos escuelas: la personal y la profesional. No las divido del todo, porque muchas veces la primera se une con la segunda y viceversa.
En cuanto a la primera, fue muy importante en varios aspectos, pero si lo conecto directamente con mis resultados profesionales, reconozco que la educación que me dieron mis padres fue de gran influencia.
Viví una crianza muy gastronómica, pero además de eso, con mucho sentido de la hospitalidad. Cualquier persona que visite a mi familia, ya sea en el campo o en la ciudad, será recibido y agasajado con el sentido más amplio de la hospitalidad: calidez, gastronomía muy abundante y apetitosa, y alojamiento ilimitado.
Siempre un ramo de flores en cada habitación y baños, siempre algo rico de comer, siempre un vino para descorchar; siempre buscando un colchón de mas, si hiciera falta alojar a algún visitante que no estuviese calculado.